El futuro del turismo en Menorca: escenarios en tiempos de Covid-19

Nuevos escenarios turísticos en Menorca

Durante este excepcional 2020 también en Menorca, como en el resto de los lugares turísticos del mundo, se ha producido un considerable descenso en cuanto a número de visitantes.

Durante este verano algunas de las grandes instalaciones hoteleras han permanecido cerradas, otras han trabajado a muy bajo ritmo, y unos pocos hoteles han tenido que cerrar durante el mes de agosto por no llegar a cubrir los costes básicos. Por otro lado, otras áreas como los alojamientos turísticos privados (villas o apartamentos de alquiler) han funcionado bastante mejor.

En general, los turistas que han llegado han tomado decisiones diferentes a las que estábamos acostumbrados, prefiriendo entornos pequeños, protegidos y decidiendo alejarse de las grandes masas.

Al optar por este tipo de alojamiento, por consecuencia, han necesitado consumir y gastar más dinero (en alimentos por ejemplo) beneficiando de esa manera las actividades económicas locales.

futuro minorca

Un escenario absolutamente nuevo, impensable en otros años, que se ha producido por las especiales necesidades de este período de «crisis». Hoy por tanto, queremos reflexionar sobre el concepto de crisis y sobre las posibilidades de desarrollo que esta situación puede ofrecer al sector turístico menorquín.

¿Qué futuro se espera para el turismo en Menorca?

O, en otras palabras, ¿qué futuro queremos planificar para la isla?

Si en la cultura occidental solemos asociar la palabra crisis como a un “problema” que hay que resolver en cambio, en Oriente, los momentos de crisis se consideran como “oportunidades”.

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Nosotros estamos convencidos de que -tanto a nivel colectivo como individual- ha llegado el momento de detenernos un rato y reflexionar sobre el particular período histórico que estamos atravesando y sobre las oportunidades que este cambio forzado nos está imponiendo un poco a todos.

Y creemos que de cierta forma eso ya está ocurriendo en Menorca. De hecho, recientemente ha comenzado un gran debate sobre el modelo turístico que está cambiando, y que ha tenido resonancia en los medios de comunicación con un especial de IB3 titulado “Nous terratinents” (“Nuevos terratenientes”, aquí el enlace o en el vídeo aquí abajo).

Los inversores extranjeros

Es indudable que en los últimos años se ha registrado una llegada masiva de inversores ajenos a la isla provenientes del resto de España o de Europa, en particular de Francia y Suiza.

Son personas que han comprado antiguos llocs (fincas agrícolas) o edificios históricos para rehabilitarlos y luego transformarlos en agroturismos, hoteles rurales o alojamientos de turismo interior (los llamados hoteles boutique de ciudad).

De hecho, para las primeras dos tipologías, pasamos de 440 plazas disponibles en el año 2015 a 913 plazas en 2020.

Para los “hoteles de ciudad” –que se ubican principalmente en los centros históricos de Maó y Ciutadella- en cambio, se registra un incremento de 7 a 98 instalaciones con un aumento total de 584 plazas disponibles.

Un considerable aumento en términos numéricos sin duda.

Hablamos además de muy grandes cantidades de dinero que se manejan en estas ventas (entre 2 y 10 millones de euros), especialmente para aquellas fincas que ofrecen terrenos de hasta 200 hectáreas.

Diferentes opiniones

Y sobre el tema de los inversores extranjeros y el futuro del turismo en Menorca naturalmente surgen reflexiones y opiniones de todo tipo: ¿Es este el futuro que los menorquines quieren para la isla? ¿Qué tipo de turismo se quiere atraer para los próximos años? ¿Se están respetando las estrictas normativas urbanísticas y territoriales que exige Menorca como Reserva de la Biosfera?

Todos en la isla saben que las grandes fincas rústicas, propiedad de nobles o terratenientes locales, han sido abandonadas gradualmente en los últimos años.

Un poco por las dificultades relacionadas con el trabajo en el campo, un poco a raíz de las subdivisiones y de los diferentes contenciosos legales entre herederos. Mismo escenario también para los edificios de los cascos antiguos que permaneciendo vacíos y sin mantenimiento durante años, han comenzado a sufrir notablemente el paso del tiempo.

La fácil llegada de liquidez ha sido naturalmente la solución más sencilla para los actuales propietarios de llocs y edificios menorquines: de esa manera se han vendido muchísimas fincas a inversores extranjeros interesados ​​en hacer negocios en la isla.

La legislación turística

Sin embargo, para analizar la situación en profundidad, debemos recordar que en Menorca existe una estricta legislación medioambiental. En particular, el uso de suelo rústico está altamente regulado y se establece que el uso principal -tanto en el pasado como en futuro- debe permanecer como agrícola, limitando al máximo la presencia y el impacto humano.

El papel del GOB

Y es aquí cuando entra en juego la parte más «conservadora» de la opinión pública menorquina y en particular la asociación medioambiental GOB de Menorca, que desde hace décadas lucha contra el uso especulativo del territorio local.

En opinión de Miquel Camps del GOB, parecería que en algunos casos estos nuevos agroturismos y hoteles rurales rehabiliten las estructuras existentes para obtener el máximo número de plazas y luego pidan licencias a los distintos Municipios para construir nuevos elementos arquitectónicos (cuadras, almacenes, etc.) necesarios para las actividades agrícolas que pretenden continuar y a las que en realidad están estrictamente obligados (de lo contrario no obtendrían las licencias pertinentes).

El GOB considera que en varios casos las empresas inversoras han intentado “eludir” las regulaciones, o en cualquier caso han creado una falsa necesidad de construir nuevos edificios. Para ellos, el valor natural del paisaje menorquín tiene prioridad sobre el interés económico, y las ganancias pueden y deben convivir con el respeto al medio ambiente.

En el otro lado están los inversores externos, que aseguran que sus proyectos tienen un fuerte componente sentimental, dado que la mayoría de ellos se han enamorado del paisaje y de la cultura menorquina.

Para completar sus proyectos, dicen, deben tener gran perseverancia y fuerza de voluntad, ya que en muchos casos son necesarios hasta cinco años de espera para obtener las licencias para la apertura de sus instalaciones. Consideran que si hay un deseo de ingresos rápidos y fáciles, entonces Menorca no es el mejor lugar.

Turismo adulto y consciente

Además afirman que en la isla han descubierto una «parte de paraíso» y que sus propuestas están dirigidas hacia un turismo adulto y consciente, sensible al arte y al medio ambiente, que busca expresamente calidad de vida, tranquilidad y que es capaz de apreciar las bellezas de Menorca. Un panorama tanto geográfico como humano completamente distinto a los enormes hoteles costeros que se pueden apreciar en varias calas de la isla.

Como bien se afirma en el especial televisivo, “Menorca es un laboratorio de sostenibilidad” en el que siempre se ha intentado buscar el equilibrio entre el medio natural y una economía inteligente y responsable.

Por sus peculiaridades históricas, geográficas y culturales, Menorca presenta actualmente un modelo diferente al de la mayoría de lugares turísticos españoles.

Es un lugar donde todavía es posible planificar a largo plazo el camino que se quiere seguir, donde las motivaciones económicas aún pueden convivir con las naturales.

Si con la crisis producida por el Covid-19 hemos visto que el turismo está cambiando y se está orientando -no sabemos si de manera definitiva o menos- hacia opciones más conscientes y menos estandarizadas, ¿será este nuevo modelo hotelero con impacto ambiental reducido el futuro del turismo en Menorca?

¿Realmente seremos capaces de transformar una crisis en una gran oportunidad de cambio?